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Foto del escritorPepe Ramos

NUEVO RELATO

Hace mucho que no escribo, la fuente de la que bebía se secó y no tiene pinta de volver a brotar. Antes de que eso ocurriese, escribí este relato para aparecer en "BARRICADAS DE PAPEL Y TINTA", publicado por el colectivo al que pertenezco y que tiene una peculiaridad, todos sus autores son de La Llagosta, un pueblo de Barcelona lleno de talento. El relato se titula "EL LIBRO", y espero que os guste. al final os dejo el enlace de compra. Besos y abrazos a repartir.




EL LIBRO


Hoy, como tantos otros días, he decidido ir a la biblioteca, me apetecía leer algo distinto, algo que se alejase un poco del género que me gusta, por ello llevaba deambulando por los pasillos sin decantarme por ninguno de ellos. También debo decir que estaba algo ausente, mi cabeza pensaba en otras cosas, ninguna de ellas buena. Al final me decidí por el pasillo en el que se veían los libros más antiguos, por su aspecto, y quizás pudiese encontrar alguno raro de aquellos de los que casi nadie quiere hablar pero que todos conocen. Algo así como los billetes de quinientos euros, que todos saben que existen, pero nadie ha visto.


Y entonces lo vi. Era un volumen grueso, grande, situado entre otros más pequeños puesto así para no pasar desapercibido sin duda, puesto que destacaba sobremanera. No tuve más remedio que cogerlo. Al hacerlo me sorprendieron dos cosas, primero el peso, para ser un libro tan grande no era demasiado pesado, lo segundo era el tacto, no me gustaba, no podía decir el motivo, pero cada vez que pasaba la mano por su cubierta mi cuerpo se estremecía. Decidí ojearlo antes de llevármelo a casa, fue entonces cuando me cautivó. No es que tuviese grabados hermosos, más bien todo lo contrario, los dibujos que mostraban eran aterradores, el texto estaba escrito en un idioma que ni conocía, ni me sonaba, era una mezcla de lengua, signos, pictogramas y cosas raras. No había más que hablar, ese era el libro que me iba a llevar. Lo cogí con cuidado, a pesar de la repulsa que me daba y me dispuse a llevarlo a la bibliotecaria para notificarle que me lo llevaba.


Pero entonces ocurrió algo increíble, el libro empezó a moverse por sí solo, lo tuve que sujetar con las dos manos para que no se cayese al suelo y en un momento dado se detuvo en una página. No entendía el texto, pero la ilustración que acompañaba dicho texto, era especialmente aterradora. En ese momento me entraron ganas de arrojar el libro lo más lejos posible, pero entonces comprendí que era demasiado tarde, había nacido un vínculo difícil de explicar entre aquel volumen y yo. Mi sorpresa no acababa ahí, durante unos instantes las letras empezaron a levitarse, a levantarse del libro dejando su página en blanco y a flotar en el aire. Empecé a temblar, el pánico estaba empezando a tomar las riendas y eso no podía ser bueno, pero todavía me quedaban unas cuantas sorpresas más, aquellos símbolos se recolocaron de otra forma distinta. Lo increíble es que ahora lo podía entender, leí aquellas palabras en voz alta, pero no era mi voluntad. Alcé la vista del libro y las piernas me fallaron cuando vi el hermoso y a la vez terrorífico espectáculo que ante mi se mostraba. En medio del pasillo por el que caminaba, algo había surgido, era una especie de entrada, rodeada de resplandores de diversos colores y la luz que irradiaba lo llenaba todo. Miré a mi alrededor, pero no parecía que nadie se hubiese dado cuenta de que algo ajeno a la biblioteca había surgido. La voz que ahora era la que parecía dominar mi mente me dijo que entrase, no, me ordenó que entrase y aunque otra parte de mí no quería, mis piernas lo hicieron. Entré en aquella abertura, desde ese momento mi vida cambió.


Lo que ocurrió en el interior de aquella cosa no lo recuerdo, se que todo estaba lleno de colores, desde el blanco más puro, al negro más absoluto. Aquí y allí se veían extrañas formas que no supe definir, pero su aspecto era inquietante. Poco después me encontré en medio de un paraje desconocido que no podía ser real, y sin embargo mis pies estaban sobre él. Me giré aterrado y un portal parecido al que había aparecido en la biblioteca, se cerraba tras de mí. Quise entrar antes de que desapareciese, pero no pude, esa voz que estaba en mi interior me lo impidió. Ahora podía centrar toda mi atención a todo lo que me rodeaba. Sé, porque he visto cientos de documentales, donde me encontraba, lo que no me encajaba era la época. Aquello era Stonehenge, pero no como es en la actualidad, si no como tenía que ser en su origen, y repito lo se puesto que he visto documentales en los que recreaban ese monumento, porque he visto libros con esa misma representación, pero si lo que mis ojos me mostraban era cierto, había viajado en el tiempo, no en unos cuantos años, ni unos cientos, si no en unos miles.


No quería formar parte de esa pesadilla, pero no podía hacer nada por impedirlo, me encontraba allí, y era tan real que toqué una de aquellas piedras para estar seguro. No había nadie cerca, el lugar estaba desierto, pero se oía un extraño zumbido. Por no haber no había ni animales, de ninguna clase. Lo lógico era pensar que reinaría un silencio absoluto y sin embargo ahora que me forzaba por escuchar el zumbido era constante y parecía provenir precisamente del interior del túmulo de piedras. No sabía si adentrarme o no pero entonces el libro que tenía en mis manos volvió a la vida. De nuevo sus páginas se movieron hasta que se detuvieron en una página que al verla palidecí. Era el dibujo exacto del sitio en el que me encontraba ¡conmigo y el libro! Quise tirar el volumen al suelo y salir corriendo, pero no pude, aquel libro estaba pegado a mis manos, y mis pies clavados al suelo.  Los símbolos volvieron a despegarse del libro, a flotar delante de mis ojos, para finalmente posarse en la página en blanco en un orden diferente, y que podía entender. Sentí de nuevo el pánico invadirme cuando de mi garganta, con una voz que me era desconocida, empecé a leer aquellas palabras. El zumbido que escuchaba fue subiendo en intensidad, y enseguida comprendí lo que pasaba, un extraño artefacto volador surcaba los cielos arrastrando, sin cuerdas ni nada físico que se le pareciese, una enorme piedra que colocaba sobre otras dos, con una precisión milimétrica y una rapidez increíble.


Mi mente y mi cuerpo no iban a la misma velocidad, ni hablaban el mismo idioma, mientras la primera era dominante y parecía encantada con todo lo que estaba viendo, el segundo quería huir de allí a toda prisa. Entonces las palabras que había pronunciado hicieron efecto, de nuevo un portal, que así lo definiré a partir de ahora, se abrió delante de mí. Y me encontré entrando de nuevo a pesar de que intenté no hacerlo. Fue una experiencia similar a la anterior, con aterradoras siluetas aquí y allí, pero en esta ocasión también puede olerlas, sentirlas, y comprendí que no eran meros productos de mi imaginación, sino que eran terriblemente reales. De nuevo me encontré en un sitio que desconocía, pero en esta ocasión no era antiguo, era moderno por todo lo que me rodeaba. No sabía muy bien que era lo que estaba viendo, pero era cuanto menos inquietante. Un personaje vestido de negro y montado sobre lo que parecía ser un trozo de piedra brillante se encontraba en medio de un parque, junto a él se veían otras figuras seis en total, ataviadas de manera similar al que parecía ser el líder. Fui cuando oí como lo llamaban cuando caí de rodillas, sudando, sin fuerzas. La palabra Lucifer todavía resonaba en mis oídos cuando, tambaleante, empecé a levantarme. No se muy bien lo que pasaba, pero vi un nombre, supongo que sería el del pueblo: La Llagosta.


¿Qué me estaba pasando? ¿A qué juego macabro estaba haciéndome jugar el libro que todavía sostenía y que al parecer no había forma de deshacerme de él? No tenía ni idea, pero creo que las fuerzas estaban empezando a abandonarme y la locura se apoderaba de mí. Entonces ocurrió tan extraordinario que describirlo con palabras me cuesta, un rayo golpeó aquella piedra sobre la que parecía flotar ese ser llamado Lucifer y de repente todo se llenó de una intensa luz, tan cegadora, tan brillante que era hermosa. Poco después todo había acabado. Se oyó una voz que no puedo decir de donde procedía, pero era tan autoritaria y a la vez tan profunda y llena de vida que de nuevo me estremecí. Solo fueron unas palabras, pero se quedaron grabadas para siempre en mí:


  --Yo os he creado, solo yo os puedo destruir.


Algo gutural, aterrador surgió de mi garganta. No sé si era un lamento, una carcajada o un dolor profundo, pero al instante el libro volvió a agitarse, deteniéndose de nuevo en una página y todo el proceso comenzó de nuevo. Abrí los ojos como platos, aquel dibujo que estaba viendo no podía ser real. El libro era antiguo, así lo demostraba su cubierta, el material con el que estaba hecho, que seguía repugnándome pero que no podía evitar tocar y el color de sus hojas amarillentas y desgastadas. Pero la imagen que mostraba no era un dibujo, era una fotografía y eso no podía ser real. El volumen debía tener varios cientos de años y por aquel entonces no existía esa técnica, pero ahí estaba delante de mis ojos, una instantánea del barco más famoso de la historia: el Titanic. Justo en ese momento las letras volvían a formar un mensaje que pude identificar y leer. Eso no me consoló precisamente, sabía lo que venía a continuación y aunque estaba medio acostumbrado no me sentía preparado para atravesar de nuevo aquella especie de corredor entre el tiempo que es lo que parecía ser aquel misterioso portal. Ahora no solo sentí el aliento putrefacto de aquellas cosas las toqué, y quiero que llegue el día que pueda olvidar aquella experiencia, ya que si algo tengo claro es que no podían ser de este mundo.


Lo que vi al salir no era la historia que yo recordaba del Titanic. El barco se estaba hundiendo si, pero además del extraño portal que se había abierto con mi presencia, no muy lejos de allí, había otro parecido, en el que una hermosa mujer sonreía al introducirse en él, pero lo inquietante es que todo estaba inmóvil. Aquella mujer me miró y su sonrisa, su rostro angelical, se transformó algo monstruoso, por un instante creí que se daría la vuelta y se abalanzaría sobre mí, y no sé que hubiese pasado si semejante aberración me tuviese a mí por objetivo. Pero al final desapareció de mi vista, el portal se cerró y al momento todo volvió a la vida, me giré y vi a un hombre con un bigote que señalaba hacia donde me encontraba gritando:


-¡No se mueva señora!


Imaginé que se refería a la que acababa de desaparecer, y la cara de sorpresa de aquel hombre al ver que ya no estaba, así lo indicaba. Pero el barco se hundía, y el pánico lo llenó todo, no sé si alguien más llegó a verme, pero no quería permanecer a bordo, quería correr, arrojarme al mar y huir nadando, pero de nuevo el libro se agitó. Esta vez no hubo voces que surgieron de mi garganta, ni los símbolos se pusieron a flotar, simplemente noté como me elevaba unos centímetros del suelo y sin tocarlo, era arrastrado por una extraña fuerza, yo mismo, hacia otro portal que se acababa de abrir. Recuerdo que grité, y esta vez si era mi voz la que se oyó. Esta vez en el interior de aquella cosa ocurrió algo distinto, no vi ningún tipo de luz, ni de extrañas criaturas, ni siquiera las sentí, esta vez a mis oídos llegaban frases, nombres de personas, lugares que eran desconocidos para mí. Salvador, Alain, Marta, Javier, Juan, fukushú. Alguien hablaba de un monstruo que surgía de los mares, otros hablaban de algo que se movía en la oscuridad, otros decían que se estaban cometiendo unos extraños crímenes en serie, y que el asesino era tan sorprendente, que nadie podía creerlo. Hablaban de un pueblo maldito en la montaña llamado San Miguel de Arriba y de una antigua leyenda japonesa. Me estaba volviendo loco y lo único que quería era volver a ser yo, que aquel libro me dejase en paz ya que era el que de verdad me estaba dominando, que aquella voz que me poseía se fuese. Pero eso no tenía pinta de que iba a suceder.


¿Qué más me podía pasar? ¿Podría sentir más terror del que ya recorría cada recoveco, cada célula de mi cuerpo? No iba a tardar en descubrirlo. De nuevo note mis pies en tierra firme, y no tenía necesidad de girarme para saber que si lo hacía iba a encontrar ese extraño y luminoso portal por el que estaba viajando. Pero el paisaje que tenía delante de mí era tan sorprendente que abrí la boca y un grito ahogado se me escapó. Me encontraba en medio de una pradera parecía hierba, pero tenía un color morado precioso, al fondo se divisaban unos árboles cuyos colores tampoco eran normales, el aire era rancio, costaba respirar y cuando levanté la cabeza… ¿qué era eso? Era de noche y en el cielo no se veía una luna, sino varias, y las estrellas eran distintas, no se parecían a ninguna constelación de las que vemos en la Tierra. Cuando comprendí que estábamos en otro planeta, los temblores fueron tan intensos, el terror que me invadía tan grande que eché a correr y me quedé sorprendido de que lo podía hacer. Pero no pude avanzar mucho, algo sobrevolaba por encima de mi cabeza. No puedo describiros con palabras que es, pero era lo más terrorífico que había visto nunca. Era como un dragón, pero transmitía un terror ciego, y su aliento era tan pútrido que a punto estuve de vomitar.


Seguía sin soltar el libro, y no sabía como había conseguido correr con él en las manos, pero aún entendía menos como había conseguido tirarme al suelo sin que se me cayese, pero allí estaba esquivando por los pelos los afilados dientes de aquel monstruoso ser. Cuando me incorporé el paisaje había cambiado bastante, ahora frente a mí había una colina que instantes antes no estaba y entonces ocurrió algo extraordinario, si es que algo de lo que me estaba pasando no lo era. Empezó a nevar, o eso creo, pero era de un color verde. Me faltaba el aire, estaba empezando a sentir frío y lloraba de impotencia. A lo lejos se oía un cántico y vi a un grupo de cosas innombrables formando un círculo, en el que se intercalaban cosas de apariencia humana. En el centro si que vi a un hombre que cavaba la tierra sin importarle la nieve que caía, ya que esta parecía esquivarlo. Fue cuando vi la figura que sacó de color verde cuando deseé no haber nacido. El extraño ser volador era hermoso al lado de aquella aberración. Y de nuevo el libro empezó a agitarse, yo estaba empezando a cansarme de aquel juego, pero no podía evitarlo formaba parte de mi ser de lo pegado que estaba a mis manos. Esta vez supe que eran aquellas cosas cuya silueta veía y es mejor que no os lo describa. De nuevo llegaron a mi palabras que no entendía, pero su solo nombre infundía pavor: Cthulhu, Yog-Sothoth, Nyarlathotep, Azathoth. Luego todo desapareció y escuché de nuevo nombres que no conocía, Collins, Martha, Pedro, alguien mencionaba al presidente de los Estados Unidos, al papa Juan Pablo III, y el nombre de una ciudad, Toledo.


Antes de tocar de nuevo tierra, por así decirlo, volví a ver la biblioteca en la que todo había comenzado, al principio parecía lejana, difuminada, luego poco a poco fue tomando forma, fue haciéndose nítida, hasta que acabó por aparecer entera. Lágrimas de felicidad rodaban por mis mejillas, había vuelto a casa. Casi en el mismo instante en el que ponía mis pies en el suelo, el libro se alejaba de mis manos, no tenía intención de ir a buscarlo de nuevo. No estaba dispuesto a pasar de nuevo por las experiencias que acababa de vivir. Sin mirar atrás, casi corriendo, abandoné aquella biblioteca, quería alejarme todo lo que pudiera de aquel sitio, de aquel maldito volumen que me había hecho experimentar el terror más profundo. Poco a poco mi ánimo se fue serenando, mi espíritu se fue recuperando y mi corazón empezó a latir con normalidad. Todo había acabado. ¿Todo? Nunca se sabe, el título de aquel libro seguía atormentándome y estoy seguro de que me acompañará el resto de mis noches: PESADILLAS por Pepe Ramos. No quiero conocer a ese autor, su mente tiene que estar perturbada, nadie en su sano juicio puede escribir algo parecido. ¿Nadie? Creo que ha llegado la hora de dejar cerrar el Word, tengo los dedos entumecidos…


Lo podéis comprar aquí: BARRICADAS DE PAPEL Y TINTA 2

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