top of page
Foto del escritorPepe Ramos

Otro relato


Hoy un relato de ese proyecto llamado Paseando por Toledo, espero que os guste, Besos y abrazos a repartir.

ENCERRADO

La exposición que indicaba el cártel de la entrada le llamó poderosamente la atención: “Realidad de los colores y su uso indiscriminado en la pintura”. No dejaba de ser curioso el título de la misma y sólo por saciar la intriga que aquello le había producido, se decidió a entrar. No era muy caro el precio de acceso y una vez dentro sintió deseos de saber que quería decir la realidad de aquel enunciado. Entró en una primera sala y lo que contemplaba le sorprendió por lo inesperado. Todas las paredes estaban cubiertas de lienzos pintados cada uno de ellos en un color distinto, así sin más. Se acercó extrañado hacia uno de ellos para comprobar el título y cuando leyó: “Amarillo”, se quedó de piedra; ese era el color en el que estaba pintado. Miró los demás cuadros y todos indicaban un color: “Azul”, “Rojo”, “Negro”, así con los 15 cuadros que conformaban aquella sala.

Empezaba a sentirse indignado, estafado y se estaba empezando a mosquear seriamente. ¿Había pagado una entrada para ver cosas que hasta su propio hijo haría mejor? Desde luego el arte moderno era difícil de entender. Entró en la siguiente sala y su mosqueo subió en intensidad. Un solo cuadro, de pared a pared y del suelo al techo, ocupaba la sala. Su título le dejó parado: “Estudio en blanco y negro”. Se trataba de un cuadro ajedrezado en esos colores, y no había nada más.

Estaba no solo cabreado, sino también sorprendido por lo sencillo de todo y pensaba que le habían tomado el pelo, cuando una de las vigilantes que en el interior había, una chica atractiva y joven le dijo:

-Lo realmente interesante está en la planta baja.

-Menos mal, pensaba que esta exposición era una tomadura de pelo enorme.

-¿Por qué?

-Por los cuadros, no valen nada.

La joven sonrío y le indicó unas escaleras, que tras una puerta de metal se escondían y las descendió. Su sorpresa fue a más. Aquello era una mazmorra, con cuatro celdas, dos a cada lado, separadas por un estrecho pasillo y no había nada. Ni cuadros, ni pinturas ni nada de nada, tan sólo aquellas rejas. Cuando se disponía a salir, con un cabreo monumental, oyó algo en una de las celdas del fondo. Se acercó y comprobó ¡que estaba ocupada por alguien que se escondía bajo una manta!

-Deme agua, tengo sed.

-¿Qué hace usted aquí?

-A mí tampoco me gustó la exposición.

Cuando aquel hombre acabó de pronunciar aquellas palabras, la puerta de metal, por la que había descendido se cerró tras él. La golpeó con fuerza pero nada consiguió. Entonces comprendió que formaría parte de la exposición… permanentemente.


2 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page