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Foto del escritorPepe Ramos

Una sorpresa: un relato


Voy a seguir con el pequeño paréntesis sobre "El ídolo de jade" y en este caso es para ofreceros un pequeño relato que aparece en el libro "Bocados de terror", el primer libro de pequeñas historias que me publicó la editorial Artgerust. Es un relato ambientado en la ciudad de Toledo, y precisamente en uno de los monumentos que aparecen en la novela. Espero que os guste.

¡AYÚDAME!

Algo alejado del casco histórico, y no por ello menos hermoso, se encontraba el edificio que admiraba ahora mismo. Era sencillamente impresionante. Hospital, panteón, museo, iglesia. Tenía de todo y sus muros derramaban antigüedad por cada poro de las piedras con las que estaba construido. Había dado la vuelta por completo al lugar y ahora se disponía a contemplarlo con detenimiento. Se alejó unos metros, para poder examinarlo mejor, y exhaló un suspiro de satisfacción, definitivamente iba a conseguir una maravillosa fotografía desde el enclave en el que se encontraba. Enfocó y disparó. Miró el resultado en la pantalla de la cámara y comprobó que era perfecta. La amplió un poco y un gesto de desaprobación cruzó su rostro. Había una mancha borrosa a la derecha de la puerta principal. Decidió hacer una nueva fotografía y volvió a comprobar el resultado. En esta ocasión la mancha parecía estar un poco más cerca. Aquello no tenía sentido.

Se desplazó un poco hacia su izquierda. Desde esta posición casi se podía observar mejor la majestuosidad de aquella construcción. Nuevo disparo. Pero al comprobar de nuevo la imagen que había captado, una nueva mueca de disgusto apareció en su rostro. Aquella mancha seguía estando allí, pero en otra posición y cada vez más cerca. Llegó a pensar que tal vez la lente estuviera sucia y sopló sobre ella, pero nada había. Entonces sintió algo frío que le tocaba el hombro y se estremeció de tal manera, que si no llega a ser por qué llevaba la cámara alrededor del cuello, ésta se le hubiese caído. Sintió un escalofrío y se giró. ¿Quién le había tocado? Allí no había nadie. Intentó serenarse y hacer una nueva toma, pero al coger la cámara fotográfica de nuevo con las manos, éstas le temblaban enormemente. La dejó y tras sacar un cigarrillo del paquete que llevaba en un bolsillo del pantalón, lo encendió. Algo apagó el mechero. Fue una corriente de aire frío, que no venía de ninguna parte porque no soplaba ni la más mínima brisa, y entonces lo escuchó:

-¡Ayúdame!

Se quedó petrificado.

-¡Ayúdame!

-¿Qui.. quién eres?

-Estoy enfermo, ayúdame.

¿Estaba hablando solo? Intentó encender de nuevo el cigarrillo sin conseguirlo. De nuevo el aire inexistente se lo apagó. La voz le volvió a pedir ayuda sin conseguirlo. Entonces ocurrió lo inesperado: la correa de su cámara empezó a apretarse con su cuello, cada vez con más fuerza y empezó a estrangularlo, se quedaba sin aire y no podía hacer nada por defenderse, porque allí no había nadie ¿o sí?

Dicen que antes de cerrar el hospital un hombre murió pidiendo ayuda en la puerta y nadie le abrió, desde entonces vaga por la entrada, reclamando socorro y acabando con la vida de quién no puede dárselo. De hecho, nadie se lo da. Los fantasmas no existen. ¿O sí?

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